Hago un "copy-paste" de un artículo de La Nación, bastante largo pero muy bueno,
"Tienen 20 minutos para hacer la mudanza. Nos vamos de acá", dijo Guillermo Moreno a sus empleados, hace casi dos años. El entonces presidente, Néstor Kirchner, le había confirmado que tendría un nuevo cargo, justamente el que Moreno esperaba desde hacía mucho tiempo.
Corría la tarde del 14 de abril de 2006 y el Gobierno informaba públicamente que el hasta entonces secretario de Coordinación Técnica del Ministerio de Economía, Lisandro Salas, había renunciado a su cargo. En su lugar había sido designado Moreno, hasta ese momento secretario de Comunicaciones.
"La idea es darles otro perfil a las distintas negociaciones que se llevan adelante por los acuerdos de precios", dijo esa tarde una fuente oficial según reprodujeron varios cables.
Vaya si se cumplió el propósito.
A dos años vista, Moreno se convirtió en uno de los funcionarios más polémicos de las gestiones presidenciales del matrimonio Kirchner.
Hizo de todo. Se disfrazó de matón con cuanto empresario se le plantó adelante; vapuleó a los dirigentes de diversos sectores; intervino compañías y negoció precios con supermercados argentinos, franceses, chinos o chilenos. Castigó a quienes osaron enfrentarlo; militó; prohibió exportar carnes; pidió renuncias de ejecutivos; gobernó los precios de todos los sectores posibles; manejó la crisis energética y decidió apagar hornos de empresas que gastaban mucho gas. Administró los diques; pugnó por la construcción de una refinería de petróleo; ilusionó a miles inquilinos con créditos hipotecarios para que pudieran convertirse en dueños; bregó por la instalación de puestos ropa barata en los shoppings y peleó con el campo.
Hizo de todo, pero hizo más. El soldado más osado del kirchnerismo en cuestiones económicas obedeció sin dudar cuando bajó la orden de la cima del poder de Casa Rosada: intervino el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), y entonces sí que se ganó detractores en el mundo económico. No le importó demasiado. Siguió igual.
Ahora bien, ¿cómo evolucionaron los sectores por donde revoloteó Moreno?
Quienes primero probaron la medicina del funcionario fueron los productores de carne. El 20 de abril de 2006 la Secretaría dictó la resolución 1 mediante la que aprobó normas de comercialización, intermediación, distribución y producción de la carne vacuna. Es decir, intervino el mercado. Pocos días después, se creó el sistema de precios de referencia. A dos años, las exportaciones de carne están restringidas aunque desde la semana pasada quedaron frenadas por una cuestión administrativa, los productores de carne acusan al Gobierno de no tener una política definida para el sector y la oferta de vacuna disminuyó.
Otros productores agropecuarios también sufrieron a Moreno. Desde entonces floreció una economía administrada y tomaron cuerpo expe
dientes administrativos para lograr subsidios (compensaciones) para los lácteos, los aceiteros, los molineros, los dueños de feet lot , los criadores de pollos y los de cerdos. Todos, debidamente autorizados por la firma de poderoso secretario. Las listas de precios máximos y los controles en el Mercado de Liniers bajaron a la mitad la oferta diaria de animales.
En 2006, presionó a los exportadores para que no le pagaran más de 370 pesos la tonelada del cereal a los productores; según Moreno, ése debía ser el precio de la materia prima que garantiza la estabilidad del precio del pan. Hubo llamadas para que a los productores no les pagaran más de ese precio. Y cuando el juego de la oferta y la demanda reclamaba un mayor precio, los compradores se retiraban del mercado. La poderosa llamada de Moreno lo hacía posible.
"¿Sabe qué pasa? -dijo a LA NACION un hombre que conoce al funcionario desde épocas de militancia y que años más tarde compartió la gestión de Néstor Kirchner-. Moreno no cree en los mercados. No considera que todo se rige por la oferta y la demanda. Está convencido de que tiene que usar el poder del Estado para equilibrar la economía."
En 2007, el funcionario fue el que más impulsó el cierre del registro de exportaciones de trigo. Y lo logró: cerró las exportaciones de ese cereal.
Los lecheros también lo vieron de cerca. Puso un precio máximo al precio de la leche cruda. Recorrió las cuencas lecheras para hablar directamente con los productores. Los directivos de Sancor y La Serenísima están entre los que más se han reunido con él. Actualmente, la oferta de leche bajó y desaparecieron muchas segundas marcas.
De inquilinos a dueños
La iniciativa de conseguir que miles de inquilinos se convirtieran en dueños a través de créditos blandos no fue más que eso: una iniciativa. El proyecto se pegó de lleno con un mercado financiero que miró para otro lado.
Moreno insistió en sus créditos y sólo logró que el Banco Ciudad y el Nación canalizaran unas pocas solicitudes de algunos aspirantes persistentes que lograron calificar para que se les prestara plata a cambio de ofrecer alquileres pagados en término. La banca privada nunca lo dijo en voz alta, pero jamás confió en las líneas ideadas por Moreno.
"Se prometieron ventajas impositivas para los constructores que hicieran viviendas para alquilar y también se habló de leasing de propiedades. No pasó absolutamente nada", dijo un constructor que, según confesó, se había ilusionado con aquel proyecto.
En lo que nunca se detuvo fue en la construcción de una imagen de matón porteño, de camisa medio fuera del pantalón y de modales rayanos en la mala educación. Moreno se ocupó de torear a quien lo mirara y de burlarse de sus eventuales interlocutores.
LA NACION intentó durante toda la semana hablar con él. Su gente jamás contestó las llamadas. Pero el funcionario no trabaja solo y no fue difícil recorrer un camino paralelo y hablar con sus colaboradores, que lo pintaron de cuerpo entero.
"Si hace frío, pone el aire acondicionado del despacho al mínimo para que su interlocutor esté incómodo. Y si hace calor, al revés: lo hace transpirar", contó una fuente que lo conoce de cerca. "¿Moreno? -se preguntó un ex colaborador suyo-. Es muy buen tipo. Sólo compone un personaje, pero cuando alguien se le pone firme, enseguida vuelve atrás."
Un ex funcionario que entró varias veces a su despacho cuenta que tiene muchas vírgenes y que se destaca una última adquisición de una religiosa venezolana. También hay una foto del perro Lassie, en homenaje al ya famoso dicho del único jefe que reconoce, Néstor Kirchner. Una vez, el ex presidente dijo que Moreno era más bueno que Lassie.
En ese hábitat vive Moreno, rodeado de gente que está con él desde hace muchos años. "Si fuera mal tipo no tendría gente que lo acompaña desde hace más de 20 años", razonó una persona que trabajó con él en la Secretaría de Comercio Interior.
Los empresarios ya no le temen tanto. Un hombre que recorrió los pasillos del Ministerio de Economía durante mucho tiempo dijo a LA NACION que en el Gobierno hay quienes consideran que el discurso de Moreno ya tiene poca efectividad. "Vos sólo toreás empresarios por teléfono", le dijo otro funcionario una vez. El hombre de los bigotes calló.
También hay quejas por no utilizar las herramientas con las que cuenta. Por ejemplo, no ha nombrado al subsecretario de Defensa al Consumidor, una de las áreas más útiles a la hora de multar a las empresas. "Callate la boca -le espetó una vez a un ex funcionario que dialogó con este cronista-. Empresa que negocia conmigo no se toca más." Los empresarios parecen haberle tomado el tiempo: conceden lo que Moreno pide y a cambio el polémico funcionario hace la vista gorda a toda la actividad de la empresa.
Pero más allá de estos cuestionamientos, el soldado Moreno ha realizado un importante aporte a las cuentas públicas. Y lo hizo con su medida más polémica: la intervención del Indec, que ya lleva más de un año.
"El ahorro que Moreno le hizo ganar al fisco es importante. Por cada punto de dibujo en el índice de inflación, el Estado deja de pagar cerca de US$ 300 millones que le correspondería pagar por los títulos indexados por CER. Póngale usted el porcentaje que quiera a la inflación; digamos 10 puntos más por año. Pues bueno, hay un ahorro anual de 3000 millones de dólares. ¿Le parece poco?", se preguntó y se contestó un economista cercano a Moreno. Y luego finalizó. "Ahí tiene la verdadera razón de la intervención del Indec." -
Por Diego Cabot
De la Redacción de LA NACION"
Fuente: La Nación (Obvio no?)
Saludos
"Tienen 20 minutos para hacer la mudanza. Nos vamos de acá", dijo Guillermo Moreno a sus empleados, hace casi dos años. El entonces presidente, Néstor Kirchner, le había confirmado que tendría un nuevo cargo, justamente el que Moreno esperaba desde hacía mucho tiempo.
Corría la tarde del 14 de abril de 2006 y el Gobierno informaba públicamente que el hasta entonces secretario de Coordinación Técnica del Ministerio de Economía, Lisandro Salas, había renunciado a su cargo. En su lugar había sido designado Moreno, hasta ese momento secretario de Comunicaciones.
"La idea es darles otro perfil a las distintas negociaciones que se llevan adelante por los acuerdos de precios", dijo esa tarde una fuente oficial según reprodujeron varios cables.
Vaya si se cumplió el propósito.
A dos años vista, Moreno se convirtió en uno de los funcionarios más polémicos de las gestiones presidenciales del matrimonio Kirchner.
Hizo de todo. Se disfrazó de matón con cuanto empresario se le plantó adelante; vapuleó a los dirigentes de diversos sectores; intervino compañías y negoció precios con supermercados argentinos, franceses, chinos o chilenos. Castigó a quienes osaron enfrentarlo; militó; prohibió exportar carnes; pidió renuncias de ejecutivos; gobernó los precios de todos los sectores posibles; manejó la crisis energética y decidió apagar hornos de empresas que gastaban mucho gas. Administró los diques; pugnó por la construcción de una refinería de petróleo; ilusionó a miles inquilinos con créditos hipotecarios para que pudieran convertirse en dueños; bregó por la instalación de puestos ropa barata en los shoppings y peleó con el campo.
Hizo de todo, pero hizo más. El soldado más osado del kirchnerismo en cuestiones económicas obedeció sin dudar cuando bajó la orden de la cima del poder de Casa Rosada: intervino el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), y entonces sí que se ganó detractores en el mundo económico. No le importó demasiado. Siguió igual.
Ahora bien, ¿cómo evolucionaron los sectores por donde revoloteó Moreno?
Quienes primero probaron la medicina del funcionario fueron los productores de carne. El 20 de abril de 2006 la Secretaría dictó la resolución 1 mediante la que aprobó normas de comercialización, intermediación, distribución y producción de la carne vacuna. Es decir, intervino el mercado. Pocos días después, se creó el sistema de precios de referencia. A dos años, las exportaciones de carne están restringidas aunque desde la semana pasada quedaron frenadas por una cuestión administrativa, los productores de carne acusan al Gobierno de no tener una política definida para el sector y la oferta de vacuna disminuyó.
Otros productores agropecuarios también sufrieron a Moreno. Desde entonces floreció una economía administrada y tomaron cuerpo expe
dientes administrativos para lograr subsidios (compensaciones) para los lácteos, los aceiteros, los molineros, los dueños de feet lot , los criadores de pollos y los de cerdos. Todos, debidamente autorizados por la firma de poderoso secretario. Las listas de precios máximos y los controles en el Mercado de Liniers bajaron a la mitad la oferta diaria de animales.
En 2006, presionó a los exportadores para que no le pagaran más de 370 pesos la tonelada del cereal a los productores; según Moreno, ése debía ser el precio de la materia prima que garantiza la estabilidad del precio del pan. Hubo llamadas para que a los productores no les pagaran más de ese precio. Y cuando el juego de la oferta y la demanda reclamaba un mayor precio, los compradores se retiraban del mercado. La poderosa llamada de Moreno lo hacía posible.
"¿Sabe qué pasa? -dijo a LA NACION un hombre que conoce al funcionario desde épocas de militancia y que años más tarde compartió la gestión de Néstor Kirchner-. Moreno no cree en los mercados. No considera que todo se rige por la oferta y la demanda. Está convencido de que tiene que usar el poder del Estado para equilibrar la economía."
En 2007, el funcionario fue el que más impulsó el cierre del registro de exportaciones de trigo. Y lo logró: cerró las exportaciones de ese cereal.
Los lecheros también lo vieron de cerca. Puso un precio máximo al precio de la leche cruda. Recorrió las cuencas lecheras para hablar directamente con los productores. Los directivos de Sancor y La Serenísima están entre los que más se han reunido con él. Actualmente, la oferta de leche bajó y desaparecieron muchas segundas marcas.
De inquilinos a dueños
La iniciativa de conseguir que miles de inquilinos se convirtieran en dueños a través de créditos blandos no fue más que eso: una iniciativa. El proyecto se pegó de lleno con un mercado financiero que miró para otro lado.
Moreno insistió en sus créditos y sólo logró que el Banco Ciudad y el Nación canalizaran unas pocas solicitudes de algunos aspirantes persistentes que lograron calificar para que se les prestara plata a cambio de ofrecer alquileres pagados en término. La banca privada nunca lo dijo en voz alta, pero jamás confió en las líneas ideadas por Moreno.
"Se prometieron ventajas impositivas para los constructores que hicieran viviendas para alquilar y también se habló de leasing de propiedades. No pasó absolutamente nada", dijo un constructor que, según confesó, se había ilusionado con aquel proyecto.
En lo que nunca se detuvo fue en la construcción de una imagen de matón porteño, de camisa medio fuera del pantalón y de modales rayanos en la mala educación. Moreno se ocupó de torear a quien lo mirara y de burlarse de sus eventuales interlocutores.
LA NACION intentó durante toda la semana hablar con él. Su gente jamás contestó las llamadas. Pero el funcionario no trabaja solo y no fue difícil recorrer un camino paralelo y hablar con sus colaboradores, que lo pintaron de cuerpo entero.
"Si hace frío, pone el aire acondicionado del despacho al mínimo para que su interlocutor esté incómodo. Y si hace calor, al revés: lo hace transpirar", contó una fuente que lo conoce de cerca. "¿Moreno? -se preguntó un ex colaborador suyo-. Es muy buen tipo. Sólo compone un personaje, pero cuando alguien se le pone firme, enseguida vuelve atrás."
Un ex funcionario que entró varias veces a su despacho cuenta que tiene muchas vírgenes y que se destaca una última adquisición de una religiosa venezolana. También hay una foto del perro Lassie, en homenaje al ya famoso dicho del único jefe que reconoce, Néstor Kirchner. Una vez, el ex presidente dijo que Moreno era más bueno que Lassie.
En ese hábitat vive Moreno, rodeado de gente que está con él desde hace muchos años. "Si fuera mal tipo no tendría gente que lo acompaña desde hace más de 20 años", razonó una persona que trabajó con él en la Secretaría de Comercio Interior.
Los empresarios ya no le temen tanto. Un hombre que recorrió los pasillos del Ministerio de Economía durante mucho tiempo dijo a LA NACION que en el Gobierno hay quienes consideran que el discurso de Moreno ya tiene poca efectividad. "Vos sólo toreás empresarios por teléfono", le dijo otro funcionario una vez. El hombre de los bigotes calló.
También hay quejas por no utilizar las herramientas con las que cuenta. Por ejemplo, no ha nombrado al subsecretario de Defensa al Consumidor, una de las áreas más útiles a la hora de multar a las empresas. "Callate la boca -le espetó una vez a un ex funcionario que dialogó con este cronista-. Empresa que negocia conmigo no se toca más." Los empresarios parecen haberle tomado el tiempo: conceden lo que Moreno pide y a cambio el polémico funcionario hace la vista gorda a toda la actividad de la empresa.
Pero más allá de estos cuestionamientos, el soldado Moreno ha realizado un importante aporte a las cuentas públicas. Y lo hizo con su medida más polémica: la intervención del Indec, que ya lleva más de un año.
"El ahorro que Moreno le hizo ganar al fisco es importante. Por cada punto de dibujo en el índice de inflación, el Estado deja de pagar cerca de US$ 300 millones que le correspondería pagar por los títulos indexados por CER. Póngale usted el porcentaje que quiera a la inflación; digamos 10 puntos más por año. Pues bueno, hay un ahorro anual de 3000 millones de dólares. ¿Le parece poco?", se preguntó y se contestó un economista cercano a Moreno. Y luego finalizó. "Ahí tiene la verdadera razón de la intervención del Indec." -
Por Diego Cabot
De la Redacción de LA NACION"
Fuente: La Nación (Obvio no?)
Saludos
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